Un viento suave arrastra fragmentos de sueños
que aún no se han cumplido y que quedaron atrapados
en un velo blanco que cuelga de las ramas secas de un árbol.
La luz azul ha comenzado a extinguirse con los llantos.
Las alas se vuelven roca y las lágrimas rocío que brilla con la luna.
No dejes que la oscuridad te abandone. En ella estás a salvo.
¿Acaso demasiada luz no puede ser cegadora?
Ana Fondevilla
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